La responsabilidad del éxito de la conducción de una empresa va más allá de las
habilidades personales, requiere demostrar la capacidad de gerentes y ejecutivos
de llevar los objetivos que le fue confiados al sitio indicado.
Es habitual escuchar de labios de gerentes intermedios e inclusive del propio ejecutivo superior, frases de este tipo: lo que ocurre es que la estructura no me acompaña… o: la gente no me sigue… siendo también común: esto lo pedí hace 6 meses y todavía no está.
Estas expresiones son habitualmente acompañadas por gestos que, combinando la resignación con un ¿Se dan cuenta por qué…? intentan diferenciar cualidades personales, de lo que se puede lograr (en realidad de lo que se está logrando), a través del empleo de los recursos que se tienen a cargo.
En realidad ésta es una forma de elevarse… cuando no se puede.
Hagamos un análisis de esta situación, observándola desde 2 lugares: desde el alcance de la responsabilidad en la conducción y desde el necesario orden que se requiere para impulsar la acción empresaria.
Alcance de la responsabilidad
La responsabilidad del que conduce no se agota en la exhibición de su propia habilidad para el manejo, aunque nos pueda deslumbrar con ello, sino que requiere demostrar concretamente la capacidad de llevar el vehículo que le fue confiado al sitio indicado.
-obviamente, estamos hablando de cosas muy distintas-.
Queda de esta forma, dentro del exclusivo marco de sus funciones, la revisión y vigilancia del auto (que en este ejemplo representa la estructura a su cargo) para asegurarse que éste responda a los mandos, esté siempre a punto y combine adecuadamente velocidad con seguridad.
No debe haber dudas acerca de que la principal forma de mostrarse del ejecutivo, debe ser a través de la cohesión que logre de su equipo; vale decir en el rol de organizador. Esto es válido para todos los niveles, aun para los más altos, donde el énfasis puesto en la negociación y cerebración pareciera relegarlo a un segundo plano. Ahí también es vital el armado de un tramado que contenga las acciones mencionadas.
Recordemos como síntesis de lo expresado que…
Las empresas no pagan, o al menos no debieran hacerlo, por lo que un gerente o profesional sabe, sino y exclusivamente por la capacidad de transformación que tenga a partir de sus conocimientos.
Por otra parte…
… los conocimientos sin concreciones no pasan de ser alardes, a través de los cuales el titular puede lucirse… un tiempo, sin que la empresa gane por ello… nunca.
Orden para la acción
Sabemos que la acción empresaria debe recorrer tres estaciones con orden y respeto para seguir manteniendo el propio marco organizacional, estas son: planeamiento – seguimiento – control.
Estos tres pasos vitales en el armado de la organización, deben verse en forma nítida en cada uno de los actos administrativos, o, al menos, en todos aquellos que persiguen una finalidad transformadora.
El proceso de delegación no elimina ninguno de ellos, solo acorta los mismos hasta el receptor de la responsabilidad.
Vale decir que si un gerente delega en un subordinado una implementación o un diseño debe igualmente acompañar o solicitar el plan; seguir desde un punto global su evolución y medir en períodos preestablecidos el avance.
En términos positivos si queremos mejorar la acción conjunta, entonces:
Deleguemos a través de órdenes:
Claras
Precisas
Con tiempos adecuados de ejecución
Definamos el mapa por donde debe circular la orden
Determinemos con precisión las estaciones en las cuales esperamos y cuando.
Observemos y si es posible anticipémonos a limpiar los obstáculos que puedan interrumpir su camino.
Tengamos un control seguro y distendido.
El haber cumplimentado la secuencia previa nos permitirá medir lo conseguido sin miedos por culpas propias, sin tener que aceptar olvidos por inconvenientes ni visibles distracciones disfrazadas de insalvables dificultades.
La ruta de la acción empresaria, la mayoría de las veces, se torna intransitable porque ponemos demasiados vehículos que circulan a distintas velocidades (algunos quedan parados a poco de andar) y olvidamos incorporar señales de tránsito: confiables, claras y suficientes.
SECUENCIA A TENER PRESENTE
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